"EL CARBÓN APAGADO NO QUEMA, PERO MANCHA".

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Se cuenta que Sofronio, un virtuoso ciudadano romano, tenía una hija muy hermosa llamada Eulalia. En cierta ocasión su hija le pidió permiso para visitar a Luciana, una mujer con no muy buenos principios, por lo que Sofronio le negó su autorización. ¿Me crees demasiado débil?, Respondió indignada Eulalia. Sofronio, tomó un carbón apagado y le pidi ó a su hija que lo sostuviera en su mano. Al ver que la joven dudaba, el padre le aseguró que no se quemaría. Eulalia obedeció y su blanca mano se vio inmediatamente manchada. Al ver esto la joven, muy molesta, le dijo a su padre que debían tener mucho cuidado para manejar el carbón. Es verdad respondió el padre porque aunque no queman, tiznan. Lo mismo ocurre con las malas compañías y conversaciones. En muchas ocasiones creemos que el mantener conversaciones o una amistad con alguien que no tiene una vida correcta, que se expresa de manera inadecuada, que no acepta consejos sino que se empeña en vivir desordenadamente no nos afectará. Si b

EL PAGO...




Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre.
Decidió que pediría comida en la próxima casa.
Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.
Ella pensó que el joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche.
Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó, "¿Cuánto le debo?
"No me debes nada," contestó ella. "Mi madre siempre nos ha enseñado a jamás aceptar un pago por una caridad".
Él dijo, "Entonces, te lo agradezco de todo corazón."
Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, sino que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte.
Había estado listo a rendirse y dejar todo.
Años después esa joven mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos y no encontraban la razón de su mal.
Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad.
Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle.
Cuando oyó el nombre del pueblo de donde ella vino, una extraña luz llenó sus ojos.
Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció en seguida.

Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida.

Desde ese día prestó atención especial al caso y después de una larga lucha, ganó la batalla.

Finalmente, el Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.

La revisó, escribió algo en el borde, y envió la factura al cuarto de la paciente.

Ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los
gastos... Pero al fin la abrió, y algo llamó su atención en el borde de la factura.

Leyó estas palabras... "Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche - (firmado) Dr. Howard Kelly".


Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así: "Gracias, Dios porque Tu Amor se ha manifestado en las manos y los corazones humanos."

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