"EL CARBÓN APAGADO NO QUEMA, PERO MANCHA".

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Se cuenta que Sofronio, un virtuoso ciudadano romano, tenía una hija muy hermosa llamada Eulalia. En cierta ocasión su hija le pidió permiso para visitar a Luciana, una mujer con no muy buenos principios, por lo que Sofronio le negó su autorización. ¿Me crees demasiado débil?, Respondió indignada Eulalia. Sofronio, tomó un carbón apagado y le pidi ó a su hija que lo sostuviera en su mano. Al ver que la joven dudaba, el padre le aseguró que no se quemaría. Eulalia obedeció y su blanca mano se vio inmediatamente manchada. Al ver esto la joven, muy molesta, le dijo a su padre que debían tener mucho cuidado para manejar el carbón. Es verdad respondió el padre porque aunque no queman, tiznan. Lo mismo ocurre con las malas compañías y conversaciones. En muchas ocasiones creemos que el mantener conversaciones o una amistad con alguien que no tiene una vida correcta, que se expresa de manera inadecuada, que no acepta consejos sino que se empeña en vivir desordenadamente no nos afectará. Si b

¿Por qué es tan importante tener amigos?La mayoría de las personas van haciendo amistades a lo largo de sus vidas. Si bien hay amigos más cercanos, con quienes sentimos que compartimos prácticamente todo, es difícil coincidir con una persona en todas las áreas.

Esto se debe a que no existen dos seres humanos iguales en el mundo y todos tenemos diferentes preferencias, creencias, ideales, etc.
Con cada amigo compartiremos distintos aspectos de nuestra vida. Están los amigos del barrio, de la escuela, de la universidad, del trabajo y hoy en día debemos incluir a aquellos que se conocen a través de las redes sociales (que para algunos no se trata de verdaderos amigos). Con todos ellos tendremos los códigos propios de cada grupo.
Los seres humanos somos sociales por naturaleza y la amistad es uno de los vínculos principales. ¿Qué es la amistad? Se trata de una clase de "lazo afectivo" que surge de la empatía o capacidad de ponernos en el lugar de otra persona.
Todos necesitamos tener amigos. Algunos tienen más amigos que otros y comúnmente se los llama "amigueros". Mientras que a otros les cuesta mucho hacer amistad y casi no tienen amigos. Lo cierto es que, con el paso del tiempo y a medida que vamos madurando, nuestras relaciones de amistad se vuelven más profundas.
Veamos cuatro posibles categorías de relaciones, según el grado de confianza que exista entre las personas:
-Conocidos: Son las personas que conocemos en el camino, compañeros de escuela o de trabajo, aquellos que nos presentan socialmente y con quienes realizamos ciertas actividades. Con ellos, solo intercambiamos saludos, sonrisas y breves conversaciones. Aquí podemos incluir a nuestros vecinos.
-Compañeros: Son las personas con las que compartimos una tarea y el compromiso que esta implica. En esta categoría entran aquellos con quienes compartimos un trabajo temporario, la práctica de algún deporte o instrumento. La relación dura lo que dura el objetivo a alcanzar y luego se interrumpe.
-Amigos: Son las personas con quienes compartimos muchas más cosas y se convierten en nuestros confidentes. En ellos ponemos muchas más expectativas que en un conocido o un compañero. Los amigos suelen ser pocos pero buenos.
-Familiares: Los miembros de nuestra familia, ya sea que convivamos o no, son quienes mejor nos conocen y saben cómo somos y cómo pensamos.
Una persona puede tener dos tipos de dificultades a la hora de hacer amistad. Por un lado están los que dicen: "Yo tengo un millón de amigos", lo cual significa que tiene muchos amigos, sin embargo, en la mayoría de los casos no es cierto, porque si uno analiza su vida se da cuenta de que no tiene ninguno. Por lo general, son personas superficiales que no pueden desarrollar amistades profundas. Y por otro lado, están los que declaran: "No me interesa tener amigos, prefiero estar solo".
A su vez, la amistad puede presentar distintos grados o niveles. A saber:
Los amigos que se ven con frecuencia
Se ha comprobado que cuanto más nos vemos con alguien, más proximidad tenemos. Compartir experiencias cotidianas alimenta una amistad. Sin embargo, la cotidianeidad no siempre asegura la amistad. Con nuestros compañeros de la primaria pasamos siete años juntos, compartiendo la mayor parte del día de lunes a viernes, y una vez que terminamos si nos cambiamos de escuela, no volvemos a vernos.
Los amigos que tienen la necesidad de verse
La amistad genera un grado de compromiso mayor que la cotidianidad, lo cual provoca el deseo de encontrarse con el otro para compartir algo. Esto ocurre porque nos identificamos con nuestros amigos y nos sentimos atraídos hacia ellos, aun teniendo personalidades distintas. Por ejemplo, una persona introvertida puede hacer amistad y disfrutar la compañía de alguien extrovertido.
Los amigos cuyo sentimiento es mutuo.

Podríamos equiparar la amistad con el enamoramiento que sentimos hacia nuestra pareja cuando recién nos conocemos. A veces comienza por uno solo pero tarde o temprano se transforma en un sentimiento mutuo. Si esto no ocurre, el sentimiento decae y no se forja una amistad.

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