"EL CARBÓN APAGADO NO QUEMA, PERO MANCHA".

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Se cuenta que Sofronio, un virtuoso ciudadano romano, tenía una hija muy hermosa llamada Eulalia. En cierta ocasión su hija le pidió permiso para visitar a Luciana, una mujer con no muy buenos principios, por lo que Sofronio le negó su autorización. ¿Me crees demasiado débil?, Respondió indignada Eulalia. Sofronio, tomó un carbón apagado y le pidi ó a su hija que lo sostuviera en su mano. Al ver que la joven dudaba, el padre le aseguró que no se quemaría. Eulalia obedeció y su blanca mano se vio inmediatamente manchada. Al ver esto la joven, muy molesta, le dijo a su padre que debían tener mucho cuidado para manejar el carbón. Es verdad respondió el padre porque aunque no queman, tiznan. Lo mismo ocurre con las malas compañías y conversaciones. En muchas ocasiones creemos que el mantener conversaciones o una amistad con alguien que no tiene una vida correcta, que se expresa de manera inadecuada, que no acepta consejos sino que se empeña en vivir desordenadamente no nos afectará. Si b

EL DUELO...

El duelo es ese proceso doloroso y difícil de aprender una nueva manera de relacionarnos; antes la persona estaba presente activamente afuera y ahora ya no está más. Esa ausencia del otro afuera es lo que nos causa ese dolor enorme.
Supongamos que tenemos dos opciones:
• Nunca más en toda la vida tener dolor pero tampoco poder amar, o
• Poder amar toda la vida con el riesgo de sentir dolor.

¿Cuál elegirías? Seguramente te inclinarías por la segunda opción. Cada vez que sintamos dolor, recordemos que duele, sí, pero que también fue el riesgo que corrimos al elegir amar. Si amo, necesariamente me “apego” y eso implica que la muerte “me separa” de esa persona amada. Lloramos porque hemos amado profundamente.
El amor le da sentido a la vida, nunca nos parecemos tanto a Dios como cuando amamos, porque Él es amor.
Las cosas más significativas son las que vienen con el dolor de la pérdida. ¡Seguí eligiendo amar a pesar de los riesgos!

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