"EL CARBÓN APAGADO NO QUEMA, PERO MANCHA".

Imagen
Se cuenta que Sofronio, un virtuoso ciudadano romano, tenía una hija muy hermosa llamada Eulalia. En cierta ocasión su hija le pidió permiso para visitar a Luciana, una mujer con no muy buenos principios, por lo que Sofronio le negó su autorización. ¿Me crees demasiado débil?, Respondió indignada Eulalia. Sofronio, tomó un carbón apagado y le pidi ó a su hija que lo sostuviera en su mano. Al ver que la joven dudaba, el padre le aseguró que no se quemaría. Eulalia obedeció y su blanca mano se vio inmediatamente manchada. Al ver esto la joven, muy molesta, le dijo a su padre que debían tener mucho cuidado para manejar el carbón. Es verdad respondió el padre porque aunque no queman, tiznan. Lo mismo ocurre con las malas compañías y conversaciones. En muchas ocasiones creemos que el mantener conversaciones o una amistad con alguien que no tiene una vida correcta, que se expresa de manera inadecuada, que no acepta consejos sino que se empeña en vivir desordenadamente no nos afectará. Si b

Si no dejas de ser oruga, nunca volarás.

“Una pequeña oruga caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes:
-¿Hacia dónde te diriges? -le preguntó.
Sin dejar de caminar, la oruga contestó:
-Anoche tuve un sueño. Soñé que desde la punta de esta montaña miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.
Sorprendido, el saltamontes dijo, mientras la oruga se alejaba lentamente:
-¡Debes estar loca! ¿Cómo podrás llegar hasta el tope de la montaña? Eres una simple oruga y una pequeña piedra para ti es como un monte y un charco es como el mismo mar ¿No te das cuenta de la realidad? Esta es tu comunidad, aquí viven tus amigos. Deja de perseguir esos sueños imposibles y siéntate con nosotros a pasar la tarde o dormirte una siesta.
Sin embargo, el gusanito ya estaba lejos y no terminó de escuchar lo que el saltamontes le decía. Sus diminutos pies no dejaron de moverse. Algo dentro de sí la impulsaba hacia la cima.
Del mismo modo que el saltamontes, le aconsejaron la araña, el topo y la rana. Todos le instaron a desistir de su sueño, a quedarse con ellos y hasta la llamaron traidora por pensar en abandonar el terreno en el cual habían crecido.
Ya agotada, sin fuerzas y a punto de morir, la oruga decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar.
-Estaré mejor -fue lo último que dijo antes de caer en un profundo sueño.
Por tres días los animales del valle fueron a mirar sus restos que se hallaban dentro del féretro de seda que ella misma se tejió.
Muchos pensaron: Ahí están los restos del animal más loco del pueblo; se construyó como tumba un verdadero monumento a la insensatez. ¡El duro refugio dentro del que quedó atrapada es una buena ilustración de qué tan dura esta oruga tenía la cabeza!
A la mañana siguiente todos los animales se congregaron en torno a la oruga para hacerle un servicio fúnebre apropiado. Sin embargo, una tremenda sorpresa les aguardaba…
Aquel refugio tan duro que la rodeaba comenzó a quebrarse y con asombro vieron aparecer unos ojos y una antena que no se parecían en nada a la oruga que ya creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo del caparazón las hermosas alas multicolores de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una bella y gigantesca mariposa.
No había nada que decir. Todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la cima de la montaña y cumpliría de esa manera su sueño. Ahora, finalmente, entendían lo que había pasado: el sueño que guardaba la oruga en su corazón, era en realidad, la profecía de los cambios que ocurrirían en su vida”.
Si no crees en tus sueños, nunca te prepararás para los cambios.
Si no dejas de ser oruga, nunca volarás.
Si no estás dispuesto a dejar el entorno en el que creciste, nunca llegarás a la cima.
Aquello que estés dispuesto a dejar atrás, determinará qué tan lejos llegarás en la vida.
Debes morir para vivir, perder para ganar, dar para recibir.
Sólo tú sabes las cosas que debes abandonar. Déjalas… Y ¡corre con libertad la carrera que tienes por delante!

Comentarios